La tendencia marca el estilo que se va a destacar en cada época, esto aplica para prácticamente todo lo que se mueve en el universo de la moda, a lo cual no escapa la decoración de las bodas, ese espacio que servirá de inspiración y lleva de manera implícita la personalidad de los novios.
En este aspecto las flores son esenciales, representan ese básico que le da carácter al evento, la novia siempre se ha de relacionar con flores, advierte la decoradora Nerva Díaz. El follaje se impuso hace algunas temporadas y se mantiene, indica la experta, quien hace un aprovechamiento de este elemento en puntos precisos para mantener la elegancia del lugar.
La iluminación también llegó para quedarse un tiempo más y de esta manera crea un ambiente cálido con finos detalles, en paredes, cascadas y las llamativas luces de feria en techos que animan el ambiente festivo del lugar.
Las mesas desnudas marcan tendencia, sin embargo, los manteles se mantienen en toques muy sutiles llegando a prescindir del color de las temporadas pasadas. La combinación de mesas es un fuerte en las bodas, algunas vestidas, otras exhibiendo la naturalidad de la madera, de igual manera la diferencia se marca en las sillas y en los adornos centrales, que experimentan alturas desiguales.
El centro de mesa sigue alto y con estructura en hierro forjado, una figura que aporta elegancia junto a las lámparas que descienden con discreta originalidad. En materia de flores, las rosas son las de mayor demanda, seguidas de los lirios, y si bien el rojo y fucsia están ganando más aceptación, el blanco y las tonalidades pastel se mantienen como ese símbolo de pulcritud que reina en una boda.
Cuando de replicar estilos se trata, el retro se ha tomado en buena medida la propuesta decorativa nupcial y las flores dan cuenta de una creatividad sin límites, llevando a espacios inolvidables. Todo es válido, la creatividad no tiene límites y la ilusión de un día único, se puede materializar de cualquier forma.