Una vez la ceremonia ha llegado a su fin, la celebración empieza y con ella, un momento fundamental, ese que se vive en la fiesta y en torno a la mesa, enmarcado obviamente en una excelente selección de platos.
La cena es el punto de encuentro de los novios con los invitados y en esa experiencia inolvidable, el conjunto de sabores también toma un espacio de protagonismo, pues se degustará parte de esa historia que escribe la pareja, con gustos y elecciones que datan de toda su vida y que llegado este instante, intentan unir.
Como se trata de algo muy trascendental, la comida debe ser escogida con sumo cuidado y confiarse su preparación a manos expertas, teniendo en cuenta que no siempre el lugar escogido para la recepción, puede cumplir con las expectativas gastronómicas del evento.
En estos casos y durante la planeación de la boda, surge una muy oportuna opción, el catering, ese servicio que suple todos los requerimientos de la pareja y aborda de manera profesional la preparación y el traslado del banquete hasta el espacio de la fiesta, cumpliendo estrictamente los horarios especificados, indica Juan Jiménez, chef del Hotel Intercontinental.
El experto advierte que su misión es escuchar a los novios, para después trabajar de la mano con ellos, pues conociendo sus gustos, puede diseñar esa propuesta de menú que haga complemento con todo lo planeado y quede en el paladar de los invitados de la mejor manera.
La degustación es el segundo paso y de allí se llega a ese mutuo acuerdo que termina el día de la boda con la elaboración total del menú. Generalmente la wedding planner que trabaja para la pareja interviene desde el primer momento y acompaña a los novios durante este delicioso periplo.
Tendencias que gustan
La tendencia ha cambiado un poco, afirma el chef. Ahora los novios buscan traer en la comida esos recuerdos que los transportan a la infancia. Esto generalmente se da en quienes expresan la nostalgia por los sabores que pudieron dejar en la casa materna.
El cambio también se refleja en la torta, la cual ya dejó de lado la tradición y dio paso a una mesa de postres cargada de sabores, con la posibilidad de dejar que se prueben muchas opciones y se lija la predilecta.
El reto del catering es bastante fuerte, se trata de llevar la cocina de un restaurante u hotel a un sitio totalmente diferente y lograr los objetivos, pues el invitado no debe advertir diferencias ni improvisaciones.
Lo principal en estos casos es llegar a un lugar con cocina y espacios adecuados para el montaje, teniendo en cuenta de la misma forma, el profesionalismo y la pericia del equipo destinado para instalar el catering.
Al organizar, muchas cosas se deben tener en cuenta. Hay productos que no se pueden llevar, indica el chef, por eso es mejor transportarlos preelaborados, esto funciona muy bien cuando el destino está en un baluarte o playa, que se deben adecuar.
En un menú servido, se recomienda trabajar entradas frías como ceviches, el plato fuerte un pescado que puede llegar jugoso tras una hora, en comparación con una carne roja que lleva un término específico, indica el experto.
Cuando se trata de un catering en un lugar específico que no cuenta con todas las comodidades, se escucha la sugerencia de los novios, pero también se entra en un tipo de “negociación” que se dirija de buena manera a los objetivos.
